Yo creía que eso no les pasaba a los niños. Sin embargo, un día, de buenas a primeras, la perdí. La busqué por todas partes: en la mochila, en el armario de las ceras de colores, en la caja de los balones… Nada. ¡Mi voz había desaparecido!
Solo, ante los insultos y abusos de sus compañeros, Leo necesitará un amigo de verdad para encontrar su coraje y aprender a defenderse.