Escritora secreta de una gran literatura secreta —la portuguesa—, Maria Judite de Carvalho ha sido calificada de «fiebre lúcida» y de «flor discreta». Observadora infatigable de la vida cotidiana, que relata principalmente a través de la desesperación y la soledad femeninas, es autora de una de las obras literarias más complejas y estimulantes de la segunda mitad del siglo xx.
La publicación de «Tanta gente, Mariana» en 1959 causó sensación. Los relatos que lo componen, tan absorbentes como toda su obra, pertenecen a un país y a una época, pero los trascienden; su escritura es atemporal, magistral, y exhibe un sentido del humor sublime que narra el amor, el desamor, el deseo, la espera y la ruina privada sumergiéndose en las profundidades de sus protagonistas, personajes a la deriva en el día a día de la ciudad (de sus ciudades: Lisboa o París, que tan bien conoció). Por su admirable contención, por su deslumbrante belleza y por su pertinaz exactitud, su prosa sugiere, penetra, consume, define, hiere… Es imposible atravesarla y salir indemne. ¿Qué otra cosa podemos pedirle a la gran literatura?