Una pareja de viejos en una casa y una enfermera que cuida de ellos. En el último tramo de su vida, los viejos se escriben cartas el uno al otro, que hacen desaparecer sin dejar rastro, mientras la enfermera se esfuerza en vano por apoderarse de ellas.
El mundo cerrado de la villa es una y otra vez alterado por el médico de la familia, un tipo socarrón y dado a los placeres; el hijo de los viejos, patrono de un poderosa empresa de construcción, junto con su joven y bella esposa; la hija mayor de los viejos, una inflexible magistrada; otra mujer tan enigmática como hermosa, siempre vestida de negro, etcétera.
Prodigándonos su prosa más perfecta mediante el relato de la enfermera, Kongoli desvela los secretos de ésta, los dramas de los personajes con sus complejidades y sus deseos ocultos, en un ambiente a menudo feroz, implacable, en el que la mujer es siempre la más indefensa.