En los albores de la segunda guerra mundial la ciudad abierta de Shanghai era uno de los pocos lugares del mundo en el que se podían refugiar los judíos que huían de la Alemania nazi. Elisabeth y Theodor Weissberg, músicos de fama mundial; Hilde Braun, una prometedora actriz; el rabino Leo Levin y su esposa Ester; el carterista Schlomo Finkelstein, son algunos de los personajes que en Adiós, Shanghai buscan amparo en esta ciudad asiática.
El Shanghai de finales de los años treinta, bajo ocupación japonesa, era una ciudad de extremos: un centro financiero internacional con más de trescientos bancos y lujosos hoteles, pero también una ciudad portuaria plagada de prostíbulos y fumaderos de opio; una ciudad en la que los míseros barrios como el de Hongkou, que terminaría convertido en gueto judío, contrastaban con las opulentas concesiones internacionales.
Entre el relato histórico y la novela de intriga, Angel Wagenstein reconstruye en esta novela uno de los episodios menos conocidos de la segunda guerra mundial, narrando una historia de amor y muerte que es, sobre todo, un homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que creyeron encontrar su salvación en Shanghai.