Tras el delirante festín de Hombres salmonela en el planeta Porno y Estoy desnudo, los dos libros de relatos que en esta colección han descubierto al lector hispano el singular universo narrativo de Yasutaka Tsutsui, Lo que vio la criada supone una nueva inmersión en la corrosiva radiografía que el escritor japonés hace de su sociedad. A través de la capacidad extrasensorial de la joven Nanase y de sus experiencias en las diferentes casas en las que se irá empleando como sirvienta, Tsutsui diagnostica, con cada uno de estos ocho cuentos psíquicos, los males enquistados en las familias del Japón contemporáneo.
Si las miserias humanas reveladas en «Zona de las calmas», «Cautivos de la suciedad» o «Himno a la juventud» avanzan el tono general del volumen, en «El melocotón» Tsutsui hace un irónico retrato del japonés adicto al trabajo que, desorientado por su jubilación temprana, se abandona a la lujuria, al tiempo que desarrolla la evolución del personaje de Nanase, quien poco a poco va asumiendo su don telepático hasta emparentarse con los seres mitológicos de la tradición nipona. En «Una Bodhisattva entre las llamas del infierno» o «Fruta del cercado ajeno», la farsa desemboca en una guerra fría psicológica, cuando no en un cuento de terror, mientras que «El pintor de los domingos» y «Querida mamá, que en paz descanses» presentan arquetipos como el del artista marginado o el rey Edipo, haciendo de esta singular colección de relatos un certero y despiadado espejo que trasciende lo japonés para extenderse a lo universal.
Yasutaka Tsutsui (Osaka, 1934) es novelista, dramaturgo, crítico literario, músico y actor. Tras graduarse en arte y estética en la Universidad Doshisha, fundó la revista de ciencia ficción NULL. Durante los años setenta comenzó a experimentar con diferentes formas literarias. A pesar de su prestigio como autor de ciencia ficción, en el verano de 1993 anunció que dejaba la escritura por el linchamiento que había sufrido en la prensa tras una protesta de la Asociación de Epilépticos de Japón a raíz de una frase que aparecía en uno de sus cuentos. Así pues, se negó a publicar en su país, convirtiéndose en el primer ciberescritor japonés, al haber sido internet el único medio de poder leer sus historias durante una larga temporada. Su prolífica obra ha merecido numerosos e importantes galardones: el premio Izumi Kyoka (1981), el Tanizaki (1987), el Kawabata (1989)
y el de CF (1992). En 1997 fue nombrado Chevalier des Arts et des Lettres por el Gobierno francés.
Ars brevis 02013; 117
Traducción: Jesús Carlos Álvarez Crespo
Isbn: 978-84-947297-3-7
Pvp: 19,00 020AC;