Varias son las voces que recorren esta novela, todas fascinantes, como la del propio Lorca, con su extraordinario gracejo ?quien escribe o más bien piensa cartas a su madre?, y la de una mujer particular, llamada Cesca, que fascinó al poeta y concitó en él un amor inusual que vivió en paralelo a sus deseos más profundos. Sus viajes, y en concreto éste a Buenos Aires, hicieron que Lorca tendiera un puente entre España y América como quizá ningún otro español lo había hecho hasta entonces.