Tras los libros de Paulino Viota sobre Ford y Godard, aparecidos en esta misma colección, ha llegado el momento de homenajear al autor y hombre de cine en su faceta de profesor, un docente carismático, divertido, profundo, que penetra junto a sus alumnos en la historia del cine como en un refugio cotidiano desde el que contemplar el mundo y afilar la imaginación. Se transcriben aquí (salvando, en la medida de lo posible, la singularidad de la palabra y la teatralidad de los gestos de aquel contexto privilegiado) las cinco clases de un curso de 2012 sobre la teoría del cine de Eisenstein impartido en la Filmoteca de Santander, en las que asistimos a la paulatina clarificación del complejo pensamiento de uno de los mayores cineastas que han existido, a su vez principal teórico del montaje —desde sus posibilidades rítmicas, plásticas y orgánicas, a sus capacidades relacionales, afectivas e intelectuales—. Pero El genio de Eisenstein es mucho más que el trazo de un curso o la memoria compartida de la enseñanza de un experto, ya que Viota, para paliar la ausencia de las proyecciones de fragmentos fílmicos que interrumpían el flujo de las explicaciones, ha completado un exigente apartado de análisis y descripciones (que diseccionan los momentos álgidos de la obra del director de El acorazado Potemkin o las secuencias de otras películas traídas a colación, como el inolvidable «camino hasta el beso» de Recuerda de Hitchcock), lo que supone su mayor aportación hasta la fecha a la obra del venerado artista soviético. Libro bifronte, inaudito y a contracorriente, El genio de Eisenstein trae noticias de cuando los cineastas y las películas pensaban, también del tiempo en que los cinéfilos intentaban comprender, con paciencia y dedicación, cómo y por qué lo hacían.