Howard Hawks consideró siempre "carface, the Shame of a Nation" (1932) su mejor película. De acuerdo con el gran director estadounidense, Luis Alberto de Cuenca rinde homenaje al film por excelencia del cine de gángsters, obra maestra de todo un subgénero. Este ensayo contiene un perfil de Hawks —director favorito del autor— y una defensa de la mitología generada por el cine de gángsters, esos aventureros ávidos de dinero y poder, siempre acompañados por rubias con el pelo cortado a lo garçon y unos trajes de noche que quitan el hipo. El gángster de la cara cortada es un tributo a ese mundo en el que los desheredados pueden convertirse en magnates gracias a una metralleta Thompson.