El teatro romano le debe a Séneca (h. 4 a. C.-65 d. C.) casi todo su prestigio actual en cuanto al género
trágico se refiere, puesto que sus grandes tragedias se erigen como las únicas muestras íntegras que han pervivido. Y
esa reputación y popularidad de Séneca como dramaturgo tienen en Medea uno de sus principales baluartes. En esta obra,
el escritor cordobés recupera el mito de Medea y Jasón, del que le interesa sobre todo la figura central femenina que,
víctima de las circunstancias y de la actitud de su esposo, se deja llevar por la desesperación. La historia de Medea
comienza con el matrimonio en Corinto, donde se han refugiado tras matar a Pelias. Allí Jasón abandona a su mujer para
casarse con Creúsa, hija del rey de Corinto. Medea intenta recuperar a Jasón pero, despechada por su rechazo y cegada
por la ira, planifica su terrible y cruel venganza. Séneca acentúa en este drama los aspectos más pasionales de la
historia para que las decisiones de Medea destaquen especialmente en su dimensión más trágica.