Con los años 70 llegan reformas en el ámbito de la psiquiatría: el enfermo ya no es un loco, sino una persona que sufre, y los enfermeros se convierten en algo más que los vigilantes de una cárcel. Pero ese acercamiento más humano a la enfermedad mental tardará muchos años en asentarse y todavía queda un largo camino por recorrer para que mejoren las condiciones de vida de los enfermos.
Formaciones más completas, nuevos métodos terapéuticos, establecimientos modernos: un aire fresco empieza a soplar en la visión y el tratamiento de la enfermedad mental, pero todavía topa con barreras y reticencias; antiguos y nuevos departamentos siguen conviviendo, los jóvenes profesionales tienen que enfrentarse a los médicos de la vieja guardia, el papel de la nueva figura del psicólogo no termina de entenderse y provoca rechazo