Cuando escribí este libro no sabía cocinar, pero tenía hambre. Me alimentaba de bocatas y huevos fritos, lo
único que me salía más o menos correcto. Me destrocé el estómago y no tuve más remedio que lanzarme a la aventura. Me
fui al mercado y les pedí a las dependientas que me explicaran como iba todo eso de los fogones. A cambio de que les
comprara me fueron dando COlecciones de cocina. Todo muy elemental: hacer un caldo, un sofrito, un puré... De ahí hasta
poder enfrentarme a la tortilla de patatas pasó bastante tiempo. Valió la pena. Al final, mis recetas se distribuían
entre la peña. Después, surgió este libro del que ahora aparece una nueva edición. No he modificado ninguna receta de
las que había en el libro original, prefiero que queden así de sencillas y auténticas. Recetas que no te llevarán a la
fama, pero que son un auténtico salvavidas para los náufragos de la cocina.