El autor de Tocar los libros (un libro que se ha convertido ya en un pequeño objeto de culto para los amantes de los libros) se adentra en Cortázar y los libros en el mundo más íntimo y curioso de Julio Cortázar, el de su biblioteca personal. El rastro de sus libros subrayados, con esquinas dobladas, apostillas y papeles -hojas de calendario, recortes de periódico, un pedazo de cartulina garabateado- dibuja un retrato imaginario sobre el autor de Rayuela que hará las delicias de bibliófilos y bibliópatas.