Para la gente sin imaginación, una librería es un lugar donde se venden libros, y un librero, tan solo la persona encargada de venderlos. Eso es lo que piensa Valerie, una ambiciosa estudiante de económicas, cuando entra en la librería un tanto anticuada de su tía, que ha desaparecido dejando solamente una nota en la que nombra a la joven responsable de su negocio. Valerie se propone ordenar el caos reinante lo más rápidamente posible y liquidar las existencias. Sin embargo, está claro que ha subestimado el poder de los libros y la magia de la pequeña librería y de su samovar. Tras pasar una tarde de lluvia atrapada entre las páginas de El castillo de Kafka, empieza a darse cuenta no solo del poder de los libros para expandir la mente y reconfortar el alma, sino también de que su tía era una librera extraordinaria que sabía encontrar al lector perfecto para cada libro y localizar cada título en el aparente desorden de su tienda.