En el espacio de estos relatos conviven pequeños conflictos en torno a esa emoción de la que tan poco se habla pero que está tan presente en la literatura de todos los tiempos: el odio. Un mendigo que aparece en la fachada de una elegante cafetería, un ratón diminuto que separa a una pareja, unos peluches destructivos, un papel pintado que asusta, una falda que conduce a la decadencia, un jefe que pierde el control, una frase vulgar que hace posible soportar la vida. Todo tratado con un tono muy sutil, muy de detalle y cargado de ironía. En Breve elogio del odio Nathalie Kuperman pone la lupa en esos fragmentos de la vida cotidiana donde, en medio de las relaciones pacíficas entre personas muy próximas ?amigas, colegas de trabajo, amantes, hermanos?, de pronto se enciende la chispa del odio. La autora muestra el poder destructivo de esa descarga que cambia el sentido de las historias en cuanto se manifiesta. Son cuentos en los que nos asombra la concisión, el humor y a la vez su carácter íntimo. La escritora habla al oído del lector con una voz cálida que es, a la vez, estremecedora.