En Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt primero relata que Adolf Eichmann –el oficial nazi que gestionó directamente el traslado y la ejecución de judíos en los campos de exterminio- afirmó durante su proceso que era un atento lector de Kant y luego sostiene que el acusado no entendió en absoluto a Kant. Para Michel Onfray, la versión kantiana que el criminal de guerra expuso durante su juicio no sólo es correcta, sino que demuestra que el sistema ético de Emmanuel Kant es compatible con los argumentos del genocida.
Eichmann conocía a Kant y sus tesis principales: su pensamiento sobre la ley y la obediencia, su filosofía del Estado y del derecho, de la legalidad y de la moral, del imperativo categórico y de la promesa solemne, sabía que en el corpus kantiano está siempre presente la imposibilidad de desobedecer. ¿Es posible que la tradición filosófica occidental haya dejado pasar una omisión en el sistema kantiano?
Michel Onfray hace una lectura profunda de Kant y propone aquí una demostración doble de esta tesis: mediante un texto teórico titulado “Un kantiano entre los nazis” y a través de una obra de teatro que pone en un mismo escenario a Eichmann, a Kant… y a Nietzsche. En El sueño de Eichmann, el filósofo prusiano visita en sueños al criminal de guerra dos horas antes de su ejecución. Los dos hombres dialogan –con alguna intervención de un tercero que es Nietzsche— y la conversación revela una faceta del filósofo muy diferente de la que podría esperarse.