Joan-Carles Mèlich es una de las voces más singulares del pensamiento catalán de hoy por la originalidad y el rigor de sus análisis y por la forma en que los transmite. Mèlich es un filósofo, pero también un escritor: despliega la misma pasión al
desarrollar una idea que al exponerla a través de la palabra. Cuando expresa su pensamiento, prefiere el fragmento que el sistema, el ensayo que el tratado,
la prosa que la metafísica. Porque valora la estética
de un texto. Porque no desliga la emoción del
conocimiento. Porque hace filosofía en diálogo con la tradición literaria tanto o más que con la filosofía académica.
Las ideas, las intuiciones, las indagaciones de un pensador, tienen su origen en la biografía. La obra de Mèlich publicada hasta hoy no contiene demasiados elementos autorreferenciales que permitan insertar sus aportaciones dentro de una determinada trayectoria biográfica. Esto es lo que permite hacer fácilmente el género de las
conversaciones.
¿Por qué Joan-Carles Mèlich estudió filosofía? ¿Qué profesores lo marcaron? ¿De dónde sale su investigación sobre la finitud, su distinción entre moral y ética, su valoración sorprendentemente positiva de la noción de mala conciencia? ¿Cómo lee?
¿Cómo escribe? ¿Cómo imparte docencia? En definitiva, ¿en qué cree y en qué no? ¿Por qué su crítica constante a la metafísica y a los absolutos?