La cultura sefardí siempre ha despertado gran interés más allá de la historiografía especializada. Tras la expulsión en 1492 y durante siglos, los judíos desterrados prolongaron su relación con España a través de numerosas manifestaciones en las que se citan, sin solución de continuidad, el resentimiento, la idealización y la nostalgia. El caso quizá no tenga parangón en la historia: raras veces una comunidad expulsada ha mantenido semejante fidelidad a sus orígenes, incluso en las peores horas del siglo XX volvieron su vista la tierra que aún contemplaban como refugio, España, donde tal vez no pueda hablarse de racismo antisemita, pero sí de antijudaísmo. Ésta es la historia, bella y traumática, que trata de resumir el presente libro