El pasado es algo esencial e ineludible. Si nos faltara careceríamos de toda identidad, nada nos sería familiar, el presente no tendría sentido. Sin embargo, al mismo tiempo, el pasado también es una pesada carga que paraliza la innovación y que cierra el paso hacia el futuro. La memoria, la historia y las reliquias de tiempos pretéritos arrojan una luz sobre el pasado. Pero ese pasado que revelan no es sólo lo ocurrido sino, en buena medida, un pasado creado por nosotros, moldeado por una forma de erosión, de olvido y de intervenciones selectivas. Esta magistral obra nos muestra cómo el conjunto de todas estas fuerzas ha dado nueva forma al pasado conocido por todos los individuos y las épocas, y cómo, a partir del Renacimiento, el pasado se ha ido convirtiendo en un país extraño, distinto al presente. La conciencia cada vez más extendida de un pasado en expansión continua coincide con los esfuerzos por destruir, olvidar y convertir en obsoleto el legado de todos los pasados. Lowenthal muestra cómo la rebelión contra las trabas heredadas y el desdén por la tradición han conducido a difundir la amnesia cultural y a desarrollar un específico culto a la conservación, una manía por las raíces y una nostalgia generalizada. El pasado ha dejado de ser una sanción para los poderes o los privilegios heredados. Pese a todo, como foco de identidad personal y nacional y como baluarte contra cambios masivos y dolorosos, sigue siendo una fuerza tan potente como siempre lo fue en los asuntos humanos.