Vittorini escribió esta obra ?publicada en 1932 con el título de Viaje a Cerdeña, que luego cambió? tras recibir la invitación de la revista Italia Letteraria para visitar la isla con otros jóvenes escritores. La fascinación que Cerdeña ejerce en el autor se refleja en estas páginas de rara intensidad, donde el entusiasmo por el paisaje y su gente alienta también una visión crítica de la sociedad sarda, y deja aflorar una meditación acerca de cómo conciliar tradición y progreso en la búsqueda de la felicidad. Pocas veces, además, se ha logrado transmitir con tanto acierto cómo la temporalidad del viaje tiñe la mirada del viajero: la euforia del principio, las sucesivas posibilidades de una «maravillosa existencia», la inevitable melancolía en las últimas etapas... y de qué manera la «realidad del viaje» solo se deja poseer como una «vida inolvidable»: como una infancia.