Una ciudad donde el peso del arte y la historia es tan grande que en algún momento el viajero se siente abrumado ante su presencia: es lo que se define como el "síndrome de Stendhal". El escritor francés cuenta en su diario la fuerte sensación causada en su espíritu al descubrir en la iglesia de Santa Croce tantos monumentos dedicados a la gloria de los más importantes personajes de las artes y la cultura.
Y todo tiene su razón, porque Florencia es el Renacimiento, pensar que en el mismo momento coincidieron en sus calles, con sus aspiraciones y sus celos, Miguel Ángel y Leonardo, y que por aquí anduvieron y dejaron lo mejor de su obra Fra Angelico, Botticelli, Donatello, Rafael, Ghirlandaio, Gozzoli y tantos otros es motivo más que suficiente para quedar asombrados y finalmente prendados de una ciudad que se acaba convirtiendo en parte de uno mismo, una ciudad con la que el viajero se identifica personalmente, tal es el valor tan universal de una ciudad a escala tan humana.