Madagascar ha sido definida como «Gran Isla» del océano Índico, «santuario de la naturaleza», «isla-continente», «paraíso desconocido», «encrucijada cultural»… Los folletos turísticos elogian esta tierra perdida frente a África y, sin embargo, tan cerca, a veces, de Asia. Pero Tanindrazana, la «tierra de los antepasados», no se reduce a estos estereotipos rimbombantes.
Las islas del norte, como Nosy Bé, son ahora muy populares entre los turistas que buscan espacios vírgenes e inmersiones idílicas, pero aún quedan algunos lugares protegidos en un continente que descubrimos cuando nos acercamos a la tierra malgache. El alma malgache, tan rica en creencias y ceremonias, se muestra siempre con el mismo vigor, con el mismo amor tanto en las tierras altas como a lo largo de la costa. La vida aquí es dura, la pobreza omnipresente, pero siempre le recibirán con una sonrisa. Madagascar se entrega sin la intención de recibir nada a cambio: la aventura surge en cualquier lugar y momento. Hay que mantener los ojos abiertos, la mano tendida yel espíritu preparado para recibir toda la belleza y encanto de este país.