Tom y Johanna Curtin tienen dos hijas, educadas en el mejor colegio de la región. La mayor, Winnie, para satisfacción de su madre, siempre ha querido ser monja y se dispone a ingresar en el convento de la Misericordia. La menor, Kitty, a quien su padre le gustaría ver casada con un prometedor empleado de comercio, tiene sus propias ideas («No somos más que muñecas autómatas bien vestidas», dice) y también su propio amor: un médico al que ve pasar cada día por la calle y al que ni siquiera conoce. Winnie, por su parte, también está enamorada… del padre Burke, apuesto, arrogante, lascivo, y a quien espera ver con asiduidad una vez haya entrado en el convento.