No hubo nada que hiciera especial el día en que Cushla y Michael se conocieron. Pero en Belfast, el amor, como la vida, nunca se halla demasiado lejos de la violencia y la muerte. Y, sin embargo, el día en que ambos se conocieron estaba destinado a cambiarles la vida para siempre.
Cada mañana la gente se levantaba para ir al trabajo, a la escuela, a la iglesia o al pub más cercano, y cada mañana el periódico traía noticias de otro coche bomba con víctimas, de otro hombre apaleado hasta la muerte o dado por muerto. Palabras como bomba trampa, artefacto incendiario, cóctel molotov, balas de goma, vehículo blindado y movimiento de vanguardia del Úlster se habían hecho de uso corriente en el patio de cualquier escuela.
En una ciudad donde el miedo y la violencia se habían convertido en única moneda de cambio, la de Cushla y Michael será una historia forjada y condenada al amparo del secreto y el silencio.