Inspirándose en modelos tandispares como El Quijote cervantino, los Cuentos de Voltaire y Obras de Locke, logró Sterne edificar una de las novelas más divertidas que jamás se hayan escrito. Crítico, irónico, ácido y siempre jovial, el Tristram Shandy –con sus inefables opiniones- es también un permanente experimento narrativo, una obra literariamente radical y revolucionaria. Por eso, a más de dos siglos de distancia Sterne es –en mayor medida que muchos novelistas actuales- un escrito estrictamente contemporáneo.