Quizá se equivocó quien dijo que todas las familias felices se parecen, porque incluso la charla cordial de una familia reunida alrededor de la mesa revela el malestar de quien come y calla, la angustia de quien habla demasiado, y el vacío que deja ese plato puesto para alguien que nunca acudirá a la cena.Pearl, una mujer de ochenta y cinco años, no quiere caminar hacia la muerte sin recordar antes los momentos importantes de su vida, empezando por aquella noche de domingo de 1944 en que su marido puso cuatro trapos en una maleta y le contó que se iba, sin explicar dónde, sin decir si y cuándo volvería. A la mañana siguiente, faltaba alguien en la mesa del desayuno, pero la mujer no se atrevió a contar la verdad a sus tres hijos; lo que hizo fue buscarse un trabajo y aprender a disimular, educando a Cody, Jenny y Ezra como mejor supo, olvidándose a menudo de regalarles caricias y buenas palabras.
Los años han ido pasando, y ahora Cody es un hombre obsesionado por acumular afecto y dinero que no le pertenecen, Jenny busca una felicidad improbable en los hombres que la acompañan, y Ezra es el único que parece disfrutar de la vida entre las cuatro paredes de su restaurante. Es allí donde la familia se reúne, pero siempre hay un sitio vacío a la espera de que alguien llegue o vuelva... Alrededor de ese vacío, de ese plato abandonado, Anne Tyler ha construido un mundo donde cada lector encontrará su propia historia.
"Con esta novela, Anne Tyler se ha superado a sí misma."
John Updike, The New Yorker.