Charles Dickens se nutrió de su experiencia infantil como obrero en una fábrica para escribir uno de los clásicos de la literatura universal: David Copperfield, considerado su obra maestra.
La infancia del protagonista, narrada maravillosamente por el novelista inglés, basta para llenar las páginas de mayor contenido humano que posiblemente se hayan escrito nunca. Es un claro ejemplo de la sociedad inglesa victoriana, lleno de realismo, variedad de personajes de distintas procedencias sociales que se entrelazan unos con otros en el característico discurso narrativo de Dickens que provoca en el lector una profunda mirada introspectiva. Una obra que pone a la vista las mejores virtudes del ser humano, su capacidad y afán de superación, y también sus peores acciones frente al individuo y la sociedad.