En las viejas casas había siempre un Salón Chino, un Salón Pompeyano, un Salón de Baile, otro de Retratos, cada uno empapelado o pintado de un color, con unos muebles apropiados y decoración idónea... En estos palacios españoles, un tanto vetustos y destartalados, había también un salón que llamaban de Pasos Perdidos. La casa que no lo tenía no era una buena casa. Era el salón donde nadie se detenía, pero por donde se pasaba siempre que se quería ir a alguno de los otros. El fanal hialino pertenece a esos libros –en los que sería absurdo quedarse, pero sin los cuales no podríamos llegar a otros lugares– unidos por el nombre de Salón de pasos perdidos. En este volumen, Andrés Trapiello, uno de los autores más prestigiosos del panorama actual español, nos presenta su dietario correspondiente a 1997 en el que refleja la vida, por un lado, tal como se nos fija en la memoria y, por otro, en su eterno fluir, tal y como la sentimos. «Cuando me preguntan cómo he podido escribir tantas páginas de un diario siempre he respondido lo mismo: porque nunca hablo de mí. Quiero decir, cuenta uno cosas que son de todos tanto como de uno.»