Las zonas de fiesta de las pequeñas y grandes ciudades ibéricas, las tabernas donde se trasiegan vinos y tapas, las viejas calles consagradas a la celebración y al encuentro desde hace décadas, siglos, milenios en ciertos casos. El cogollo de callejas y plazuelas pisadas por una generación tras otra con todo su cortejo de anhelos, angustias, desvelos y pasiones confesadas o inconfesables. Los barrios que parecen dispensar una especie de licencia oculta a quienes deciden internarse en ellos. ¿Cuántas cosas no habrán sucedido en esos lugares fascinantes que parecen atraer todo lo bueno y todo lo malo de una sociedad? ¿Cuántas historias no se habrán desplegado en ellos, historias nocturnas, historias insólitas, historias de vino, amistad, amor o violencia, historias en las que anida buena parte de las noblezas y de las indigencias del ser humano?
En este libro —Barrio húmedo— el protagonista no es un personaje sino todo un barrio, un casco antiguo que podría ser el centro histórico de casi cualquier ciudad. Una suma de historias tabernarias, ambientadas en épocas dispares, que revela cómo hombres y mujeres no han cambiado demasiado con el correr del tiempo y también que hay lugares donde la vida, de repente, se intensifica con una potencia, una crudeza y un fulgor asombrosos.