En 1530, un joven se acerca a una villa en la campiña de Módena con la intención de encontrar allí a la viuda de Aldo Manuzio, el famoso impresor veneciano, para mostrarle su texto sobre la vida del gran editor. No sabe que la verdadera historia dista mucho de la gesta que quiere relatar. Desde que arribó a Venecia en 1489, con el propósito de hacer exquisitas ediciones de los tesoros de la literatura griega, Aldo Manuzio tuvo que enfrentarse a dificultades inesperadas, como el robo de manuscritos, las imposiciones comerciales de su suegro y dueño de la imprenta, el potentado Andrea Torresani, o la censura de los poderosos contra la difusión del epicureísmo, que buscaba con pasión Maria, su joven esposa y colaboradora. Con la dosis justa de ironía y erudición solapada, con personajes y noticias sobre la edad dorada de los pioneros de la edición, El impresor de Venecia recrea de manera deslumbrante el nacimiento del negocio de los libros, en el entorno de una ciudad enloquecida, más apta para los escarceos amorosos que para los intelectuales, y en un tiempo de crisis, tras el que son reconocibles los retos editoriales del presente.