Carmina tiene ochenta y siete años, siempre ha sido soltera y muy independiente. A pesar de su edad sigue viviendo sola, aunque su frágil memoria cada vez se lo pone más difícil. Adora a sus sobrinas, pero no quiere ni oír hablar ni de vivir con ellas, ni de ir a ninguna residencia ni nada que no sea seguir fumando más de la cuenta, tomando sus copitas de Pedro Ximénez mientras habla con su pez besucón y haciendo su santa voluntad.
Consciente del tiempo que le queda, quiere dejar todos sus asuntos, los materiales y los otros, bien ordenados y dejar contada, al fin, la historia de su primer y gran amor que la empujó a cruzar España, embarcarse en la recuperación de un valiosísimo cuadro expoliado en la Segunda Guerra Mundial y entablar relación con el nazi Léon Degrelle. Una historia que sus queridas sobrinas jamás se hubieran imaginado y que les revelará la verdadera vida privada de Carmina Massot.