Berta cree que está predestinada a que en su vida sólo sucedan cosas desagradables, por lo que busca algo que pueda proporcionarle una visión diferente de la realidad. Su madre se esconde en una apariencia y unas decisiones que no siempre reconoce como propias. En sus vidas se cruza un hombre que se presenta como el prestigioso artista mexicano Vicente Rojo y desencadenará un sorprendente juego de identidades
en el que es difícil reconocerse o diferenciar lo que está a nuestro alcance de lo que
es imposible: una enigmática lección de vida. «Yo puedo decir que no sólo he alcanzado la paz, sino que he hecho una gran labor. He trabajado mucho por la cultura, ha sido lo único que me ha interesado. No conozco sensación más placentera que la de leer un buen poema, escuchar música o mirar una pintura bella. Ése
es el único significado de todo, el lugar del que fuimos expulsados y que nos pasamos toda la vida buscando».