Como en un álbum de fotografías el relato se desarrolla por instantáneas: el ritual de irse a la cama, el agua de colonia barata que le echan en la peluquería, los cromos de los reyes de Francia que regalan con la mantequilla, las vacaciones en el mar y los tebeos, el descubrimiento de la sexualidad, la fascinación por el actor Terence Stamp y los celos del padre, la enfermedad de la madre… Las imágenes de la infancia, llenas de nostalgia, dejan paso al hastío y al rencor, pero bajo un velo de pudor se adivina una ternura no confesada, traicionada por la indiferencia y la ingratitud. Los afectos quedan reducidos a la crueldad de las palabras.