Una joven prostituta, su chulo -quien da nombre a la novela- y un joven e inocente intelectual son los tres personajes protagonistas de Bubu de Montparnasse. Tres seres desprotegidos para el amor, incapaces de reconocerse en una sociedad alienada y quizá sórdida en el París de finales del siglo XIX. Charles-Louis Philippe, con una mirada insólita en aquel momento, disecciona la sociedad parisina utilizando la pluma como si de un bisturí de precisión se tratara, consiguiendo extraer la bilis negra que se pudre en el interior de sus personajes. Construye así una historia terrible y desgarradora, pero llena de ternura y poesía. Como dijo Clouard, su talento es esencialmente una sensibilidad que escribe.
Fueron muchos sus admiradores, desde Eliot hasta Gide, pasando por Cocteau, Claudel o Brassens. Lo cierto es que Bubu de Montparnasse es una obra de referencia en la que se refleja, en buena medida con carácter visionario, un mundo donde la soledad, el aislamiento de los individuos, es el espacio donde los seres humanos nos sentiremos atrapados. Este proletario de la literatura dejó a su paso por la vida una obra insuperable. No hay arte de una u otra calidad, sólo hay arte. Por esta vez, los adjetivos sobran.