Además de revolucionar la narrativa con un estilo sin parangón en la historia de la literatura, Marcel
Proust fue el primer autor moderno que exploró abiertamente en su obra el tema de la homosexualidad. Y fue en Sodoma y
Gomorra, el cuarto volumen de su magistral En busca del tiempo perdido, donde ahondó con mayor intensidad en el amor
homosexual, tanto masculino como femenino. A través de las relaciones sentimentales del barón de Charlus, por un lado,
y de la memorable Albertine, por otro, Proust no solo se adentra en las pasiones humanas vinculadas tanto al deseo como
a la frustración, sino que también se convierte en un personalísimo cronista de la decadencia de todo un estrato social
en la transición de Francia hacia la modernidad del nuevo siglo.