Una novela corta, en la que Zweig narra como Virata, un hombre virtuoso y juez admirado de un imaginario reino oriental, descubre el valor absoluto de la vida y la incapacidad del hombre, para realizar, con legitimidad, cualquier acto de justicia. Una bella historia escrita en forma de leyenda oriental que trata sobre la conciencia personal, la justicia, el sufrimiento como camino a la sabiduría y la humildad como requisito para obtener la felicidad.
Claramente emparentado con Siddharta, de Hermann Hesse, Los ojos del hermano eterno, de una sobriedad y perfección conmovedoras, es un libro más religioso que el del escritor suizo. Y es que mientras éste termina por salir en defensa de la tranquilidad espiritual, Zweig, en coherencia con su ideario humanístico, apuesta por la humildad como camino de perfección y por la entrega al prójimo como el máximo de la moralidad: un hombre ante su conciencia, una conciencia ante el mundo.