«Resulta un tanto paradójico ?escribe Erika Mann en Precisamente yo? que mi "historia personal" se ocupe fundamentalmente de la política, a pesar de que la política no es de ningún modo mi interés principal. Jamás he pertenecido a un partido político, ni me he ocupado de los ingeniosos argumentos y las ambiguas intrigas de los políticos profesionales. Mi visión de los temas decisivos de la sociedad moderna es más emocional que intelectual: no dogmática, sino humana. No soy una partisana, y tampoco serviría como cruzada. Mis ideas y actuaciones políticas siempre han estado más condicionadas por mis experiencias e impulsos personales que por principios abstractos. El único "principio" al que me atengo es mi obstinada fe en ciertos ideales morales básicos: verdad, honor, honradez, libertad, tolerancia.»