El Diario de Florencia es el fruto del primer encuentro de Rilke con el arte renacentista y la cultura italiana en 1898. Pese a algunos amaneramientos del jovencísimo escritor de veintiún años–aún lejos de su madurez poética–, es uno de sus textos en prosa más delicados y sugerentes. Concebido como diario de viaje escrito para Lou Andreas Salomé, enseguida se convierte en una reflexión general sobre el arte, la misión del artista y el valor de las obras del Renacimiento, además de en una emocionante profesión de fe artística. Y, como en el Viaje a Italia de Goethe, sus inspiradas evocaciones hacen desear al lector volver a visitar Florencia con el diario de Rilke en la mano como única guía.