Los martes, terrina del chef.
Los miércoles, conejo a la cazadora.
Los jueves, alcachofas en vinagreta.
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Chez Picard, la vida transcurre plácida y regular. Menos mal.
Bastantes sinsabores nos dan la política y la selección de fútbol. Cada uno a su hora, los clientes llegan, discuten y se van. Pero un día02026; parecía un día como los demás, pero el señor Lambert no aparece.
¿Tendrá un problema? ¿Algún disgusto? ¿O un nuevo amor?
Tejiendo fantasías y recuerdos, los comensales de Chez Picard acompañan a su amigo ausente en su aventura por el mundo exterior.
Ah, las mujeres02026; no hay quien las entienda. ¿Y qué decir de las próximas elecciones? O de los riesgos de jugar con tres defensas02026;
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Con los materiales que a otros solo les servirían para decir «aquí no pasa nada», el trazo fino de Sempé 02014;dibujo y palabra02014; construye un hermoso canto a la amistad, una tierna reflexión sobre el sentido, o sinsentido, de la vida.