«Un dúo eficaz, personajes elaborados con finura, endiabladamente humanos».
L’Express
Cuando el teniente Philippe Andreani vuelve a Nancy después de sus vacaciones, todo parece confabularse para hacerle el retorno lo más difícil posible: anuncian una inspección interna en la Brigada, le toca ocuparse de un caso que había quedado olvidado en el cajón de un compañero y, para colmo, no para de llover.
Rémi Fournier, un hombre de casi setenta años, sin descendientes ni amigos, ha muerto en lo que parece el incendio accidental de su casa. Andreani, el también teniente Couturier y la psicóloga Francesca Rossini averiguarán que el anciano era notario. Entre sus cosas aparece una mezuzá. ¿Qué vínculo podía tener alguien como Fournier, católico practicante que asistía a misa sin falta cada domingo, con la religión judía? ¿Tiene el objeto algo que ver con una antigua casa de su propiedad en Eberviller?
Andreani se verá entonces obligado a hurgar en las heridas de la historia: la de los pueblos, la de las tierras y la de los hombres. ¿Está relacionada la muerte del notario con la anexión de los territorios de Alsacia-Lorena por parte de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial? ¿O son mucho más profundas las raíces y alcanzan hasta nuestros días?