El universo de los relatos de Carlos Salem es hermético, y en él desfilan casi siempre los mismos protagonistas: el brutal y sensible Harly; los elementales policías conocidos como el Gato y el Perro; la suspicaz Lola, que atiende flemática detrás de la barra; el Loco, que lo que más parece gustarle en este mundo es tenderse en plena vía; Tony y Ray, salidos de alguna película del Tarantino más pulp, artista de poca monta uno y vividor sin oficio el otro, y sobre todo Poe, el escritor desencantado en torno al cual late el pulso de estos cuentos, que resuelve casos bebiendo eternas Mahou y tomando sus decisiones según la cantidad de palillos de fósforos que saque del bolsillo en ese momento.
Cada uno es la entrada de otro, una conjetura sobre la imperturbable y cínica vida de estos outsiders convocados por la magia de un escritor que sabe su oficio.