Si no te fías ni de ti mismo, ¿de quién te vas a fiar?
Cass lo está pasando fatal desde la noche en que vio ese vehículo en la pista de tierra que atraviesa el bosque, en pleno aguacero, con una mujer al volante, la misma que fue asesinada. Ha intentado olvidarse del crimen, ¿qué podría haber hecho ella para impedirlo? Una carretera así, en un día de tormenta, es peligrosa. Su marido se pondría hecho una furia si supiera que incumplió su promesa de no volver a casa por ese atajo. Además, de haberse detenido a socorrerla, probablemente también ella habría resultado herida.
Pero, desde entonces, se le olvida todo: dónde ha dejado el coche, si se ha tomado las pastillas, el código de la alarma, por qué ha comprado un cochecito de bebé si no tiene hijos...
Lo único que no consigue olvidar es a esa mujer, a la que podría haber salvado, ni ese insoportable y persistente remordimiento.
Ni las llamadas anónimas que recibe, ni la sensación de que la vigilan...