¿Cuáles son los rasgos que caracterizan a una escuela justa? La respuesta más corriente y, aparentemente, más consistente define la escuela justa como aquella que valora el mérito de cada alumno con independencia de su origen y condición social. No obstante, en la práctica, la pura competición por el mérito no impide en absoluto que las desigualdades sociales hipotequen los destinos individuales de numerosos alumnos ni protege a los perdedores de la cruel humillación de ser calificados como definitivamente mediocres.
Puesto que en los sistemas democráticos la justicia tiene que hacerse cargo de la suerte de los más débiles, un sistema escolar justo no puede cerrar los ojos ante el abismo que hay entre niños apoyados por padres cultos, acomodados y ambiciosos y aquellos otros que carecen de toda ayuda en sus tareas escolares. En este sentido, tanto la extensión del derecho de escolarización a toda la población infantil como la libertad de elección de escuela no bastan: hay que movilizar nuevos recursos y métodos para impedir que la propia igualdad de las oportunidades no genere nuevas formas de injusticia.
François Dubet, uno de los mejores especialistas franceses en educación, toma decididamente partido por aquellos que son más perjudicados por el sistema educativo actual. En su opinión, la escuela como oportunidad para todos exige una nueva elaboración de nuestra concepción de la igualdad. ¿Cómo podemos tratar mejor a los que tienen menos? ¿Cómo podemos fundar una sólida cultura común para todos? ¿Cómo podemos evitar que los diplomas cierren el camino social a los desfavorecidos? ¿Cómo podemos respetar a la persona cuando evaluamos al alumno? Solucionar estos problemas y dilemas exige valentía y audacia para adentrarse por nuevas sendas, pues el futuro de la escuela no se construye sobre su pasado.