Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (Viena, 1832-Santiago de Querétaro, 1867) fue el segundo Emperador de México, y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano. Hijo del archiduque Francisco Carlos de Austria y de Sofía de Baviera, casó con Carlota de Bélgica (1857) y fue nombrado emperador de México por Napoleón III (tratado de Miramar, 1864). En 1867, y tras un juicio sumarísimo, fue ejecutado en el Cerro de las Campanas.
Poeta, naturalista y viajero, sus intereses se dirigieron a las actividades culturales antes que al gobierno del país, como queda patente en sus Recuerdos de mi vida. Memorias de Maximiliano, traducidas por José Linares y Luis Menéndez en 1869. El libro comienza en julio de 1851, cuando aún residía en Italia y tenía sólo diecinueve años de edad, y concluye en agosto de 1862. La última parte consiste en un apéndice denominado «aforismos», que ahora presentamos a los lectores.
Al igual que en las Meditaciones de Marco Aurelio, los aforismos de Maximiliano versan sobre las cualidades del buen gobierno, tanto de los pueblos como de las propias personas. De ahí que pueda decir: «En la soledad se tiene ocasión de conocerse a sí mismo, punto al que jamás se llega en la agitación del mundo».