Pocos debates han agitado tanto la vida política española de las últimas décadas como el que tiene que ver con el problema de la nación, España nación de naciones, Estado plurinacional, derecho a decidir... Una interminable polémica en la que tópicos y creencias han ocupado casi siempre el lugar de los argumentos y las ideas. Las naciones no son realidades objetivas intemporales sino construcciones imaginarias de origen relativamente reciente, en realidad poco más que la fe en un relato. El objetivo de España imaginada es reconstruir, analizar y explicar cómo se construyó este relato en el caso de una de ellas, la española, no en el campo de la política sino en el de la cultura. El Estado-nación, uno de los grandes artefactos de la modernidad, es una construcción política en cuanto Estado pero cultural en cuanto nación. El eje discursivo son las decenas de imágenes, cuadros de historia, propiciadas y tuteladas por el Estado con las que se construyó un relato iconográfico, de una cierta belleza poética, que (de)mostraba la existencia de una nación intemporal cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos. No se trata de un libro de historia del arte sino de historia política en el sentido más estricto del término. Las imágenes se utilizan no como objetos estéticos susceptibles de explicación sino como vestigios de un complejo proceso político que permitió transitar de un Estado-imperio a un Estado-nación, uno de los fenómenos más fascinantes y revolucionarios del nacimiento de la modernidad política en Occidente.