Los lectores de Edward Gorey (nacido en Chicago en 1925 y fallecido
en Yarmouth en 2000) ya saben que la visión del mundo recogida en
los libros de este genial creador norteamericano dista mucho de ser complaciente,
reconfortante o falsamente optimista. Más bien al contrario, si
algo rezuman es inseguridad y desconfianza hacia todo lo que nos rodea
y una única certeza absoluta: la capacidad de lo inesperado para
infiltrarse en nuestras vidas, a menudo con resultados catastróficos.
Si en las historias gráficas de Amphigorey (núm. 48
de la colección Avatares) encontrábamos invitados inciertos
que jamás abandonan la casa, sillones singulares de insospechada
crueldad, bichos malvados que acaban con la paz del vecindario, niñas
desdichadas de repentina orfandad y pequeñines macabros de triste
final, en este segundo volumen, Amphigorey también, que reúne
veinte historias originales, conoceremos nuevas y variadas encarnaciones
de lo impensable, que puede aparecer en forma tanto de extraños
monstruos que invaden el jardín como de pájaro gigante y
melómano, pasando, cómo no, por inesperadas y funestas visitas
del mismísimo Belcebú.
Esta nueva recopilación transita, pues, por los mismos inquietantes
derroteros que su predecesora, si bien podría afirmarse que la gama
de recursos utilizada por el autor en varias de las historias es más
radical y sorprendente si cabe... Y bajo la comedia, el ingenio y la risa
macabra, una sensación soterrada de tristeza, de pérdida,
de nostalgia recorre como un temblor fatal el universo dislocado y macabro
de Gorey.