Cuatro años antes de la proclamación de la Primera República, en plena efervescencia revolucionaria, Élie Reclus emprende un viaje por España. El etnógrafo anarquista llega al país en un momento en el que las diferentes facciones políticas pugnaban por echar a los Borbones. Se trataba de un movimiento que generó gran expectación en Europa, ya que lo que estaba ocurriendo en España marcaría el devenir de otros países del continente.
El interés de estas crónicas reside sobre todo en que son el relato de unos acontecimientos vividos muy de cerca y que, además, se corresponden con los primeros meses de la Revolución, cuando todo era posible y nadie sabía qué iba a suceder. El hecho de que Élie Reclus fuese amigo personal de notables republicanos, especialmente de Fernando Garrido, le posibilitó contar con información de primera mano y, en cierto modo, privilegiada.
A pesar del tiempo transcurrido, estas impresiones conservan toda su frescura. A través de ellas, podemos seguir el giro que los acontecimientos van tomando; el de la consolidación de un régimen conservador. La diferencia con el anterior habría que buscarla más en el despertar del movimiento obrero que en el movimiento político mismo, en el que los republicanos, como fuerza revolucionaria, no se mostraron a la altura de los acontecimientos y fueron en todo momento a remolque de cuanto sucedía.