El pueblo en el que vive el megaterio es como cualquier otro: con su plaza mayor, su ayuntamiento, su iglesia y su escuela. Tiene un alcalde, un cura, un alguacil y una pareja de la Guardia Civil. El maestro acaba de jubilarse y llega al pueblo uno nuevo, un joven que se llama don Alfonso pero quiere que lo llamen Alfonso, a secas. La que se va a armar cuando Alfonso a secas descubra que Beltrán, el sepulturero del pueblo, es un megaterio.