En La emoción, fuente de vida, Francisco Mora, aclamado autor de Neuroeducación, nos invita a reflexionar sobre un asunto de especial relevancia en las sociedades occidentales actuales, en las que las personas cada vez viven más tiempo sin saber, en ocasiones, para qué: el envejecimiento. Un asunto que, por su importancia, guarda implicaciones a nivel personal y cotidiano, profesional e intelectual, científico y filosófico e incluso religioso. La obra, publicada anteriormente con el título Ser viejo no es estar muerto, recalca la importancia que tiene a la hora de afrontar ventajosamente esta etapa de la vida una de las vertientes fundamentales del ser humano: la emoción, esa energía que mueve el mundo vivo, «ese motor que todos llevamos dentro y que nos empuja a seguir vivos».