En la actualidad, no faltan intentos de reducir el amor, el deseo, la pulsión sexual y demás pasiones del
ser a mecánicas neuronales y circuitos fisiológicos. Poco importa que semejantes intentos no pasen por ahora de ser
meros anuncios periodísticos que diariamente rellenan los intersticios de las catástrofes mundiales. En ninguna
publicación faltará el breve informe sobre la universidad de algún estado norteamericano comunicando la buena nueva de
haber descubierto, por ejemplo, el mecanismo secreto de por qué los hombres las prefieren rubias o la alteración
cromosómica que produce la homosexualidad. Tampoco importa que tales estudios no trasciendan el nivel de la más pura
superchería: la sola mención del adjetivo "científico" basta para dotarlos de un aura de legitimidad, una apariencia de
verdad. Lo "científico" se ha convertido en un significante capaz de sobrevivir a cualquier fracaso. En términos
generales, podemos afirmar que el psicoanálisis se ha limitado a defender sus paradigmas y la efectividad de su
práctica frente a los ataques que periódicamente sufrió por parte de distintas disciplinas. Quizá ha llegado el momento
de pasar a la ofensiva, y demostrar la inhumanidad de todas aquellas prácticas que contribuyen a lo que Jean-Claude
Milner denominó políticas del "malvivir". Este libro pretende reunir una serie de textos que denuncien el cientificismo
como una operación de domesticación de la vida humana, como un aporte falaz al malestar de la civilización.