La correspondencia entre dos mujeres, una religiosa de clausura y una periodista seglar, dan vida a este libro que surge del sentimiento de gratitud por la fe recibida y de la necesidad de ofrecer a los demás el convecimiento de esta realidad. La fe pide ser expresada, renovada y recreada en la plaza pública; necesita ser compartida. Por eso en los intercambios entre las dos autoras, que superan el miedo a escribir de Dios, de Jesucristo y su Evangelio salen a la palestra el misterio de la vida y la trascendencia.